La matanza de la madrugada de ayer domingo en la región 219 de Cancún, masacre que dejó siete víctimas, no es un tema menor y no podemos soslayarlo, la inseguridad y la delincuencia en Cancún crece sin control y sin una estrategia clara, concreta y efectiva para combatirla.
Por Víctor Flores
La matanza de la madrugada de ayer domingo en la región 219 de Cancún, masacre que dejó siete víctimas, no es un tema menor y no podemos soslayarlo, la inseguridad y la delincuencia en Cancún crece sin control y sin una estrategia clara, concreta y efectiva para combatirla.
Cancún el destino turístico número uno de México sufre el embate de la lucha encarnizada del crimen organizado por la codiciada plaza. Este lastre no es de ahora tuvo un crecimiento exponencial durante el gobierno del alcalde “verde” Remberto Estrada Barba, cuya administración no pudo el paquete y se les salió de la manos.
Apenas el año pasado, Cancún reportó la cifra de más de 500 ejecuciones, delitos de alto impacto, muchos de los cuales corresponden al fuero federal, pero que a la sociedad no le importa a quien compete combatirlos o prevenirlos, sino ver acciones y resultados.
La sociedad cancunense ha vivido en zozobra los últimos años ante el asentamiento de los grupos criminales y su disputa por la plaza, lo que implica para ellos la venta de droga, extorsiones, cobro de cuotas, derechos de piso, secuestros, robos y asaltos, entre otros delito de los cancunenses hemos sido víctimas.
Y me incluyo como una más de las víctimas, porque este paraíso que se nos va de las manos, ya fui asaltado en un taxi con arma de fuego y despojado de mis pertenencias, y así como yo muchos cancunenses han sufrido en carne propia el flagelo de la inseguridad, sin que haya castigo a los delincuentes, ni acciones preventivas para combatir esa inseguridad.
Amas de casa, niños, estudiantes, gente trabajadora que regresa a altas horas de la noche a su domicilio, comerciantes y grandes empresarios han sido víctimas de esta creciente inseguridad, de la que no podemos callar y quedarnos como si nada.
Si alzamos la voz es porque urge una estrategia que no permita que Cancún la “joya del turismo” y el más importante motor de la economía del estado quede a merced de la delincuencia.
Cancún vive bajo fuego, con ejecuciones diarias, en una guerra de alta intensidad entre grupos delictivos que en ocasiones alcanza a inocentes.
Diario se dispara el “código rojo” por el uso de armas de fuego en diversas colonias de Cancún; la Cruz Roja Mexicana y ambulancias de otras empresas particulares reportaron en el 2018 un récord de servicios de emergencia que evidencian un saldo sangriento.
El destino aun no resiente efectos de la inseguridad porque sus números en materia turística se mantienen vigentes y a la alza, al igual que la inversión.
Por ahora somos la sociedad la que vive en zozobra, y la que exige acciones y estrategias más convincentes de combate a la delincuencia en un plan que sume e incluya a todas los niveles de gobierno y actores de la vida pública.
No queremos que se gobierne con el discurso, ni con programas de acción a los que se le asigne un presupuesto y se queden en el escritorio sin dar resultado.
Urge responder a los ciudadanos que le dieron el voto de confianza al gobierno municipal, estatal y federal.
En las pasadas elecciones la ciudadanía votó por un cambio, los hoy gobernantes que ofrecieron rescatar Cancún “como bandera de campaña”, Mara Lezama Espinosa, Carlos Joaquín González y Andrés Manuel López Obrador, tienen el compromiso de cumplir y no hay más tiempo que esperar.
Cancún es líder en inversión, empleo y turismo, pero todo eso podría comenzar a desvanecerse si no se actúa en coordinación y con firmeza.
Los cancunenses vivimos a diario la inseguridad, asaltos, robos, secuestros, amenazas, asesinatos y a veces historias de terror como la del domingo en la región 219.
Todas estas ejecuciones con armas de fuego, más de 500 al año, secuestros, asaltos y robos, es porque hay un “mercado negro” del tráfico de armas de la que nadie habla y nadie combate.
No podemos navegar con el discurso de que son hechos aislados, sino tomar el toro por los cuernos y hacer frente a la delincuencia.
Sabemos que los cuerpos policiacos están contaminados, infiltrados por la delincuencia, pero nada deber ser pretexto para no combatir la preocupante inseguridad.
En la zona conurbada de Cancún e Isla Mujeres se construyó a finales del año pasado una ciudad militar que costó 680 millones de pesos de inversión, se trajo a 3 mil 200 policías militares que en el discurso, se dijo, eran para prevenir y disminuir los índices delictivos en Cancún, esto en los hechos no ha pasado.
Los 3 mil 200 militares, que además devengan una nómina de más de 60 millones de pesos mensuales, más su costosa alimentación, gastos médicos y vivienda, solo son por ahora una carga al erario público y un derroche de dinero que no da resultados.
Tuvieron una llegada ruidosa y un espectacular desfile de presentación, pero eso no ha servido de nada, porque Cancún sigue a la deriva y en manos de la delincuencia.
Los mismos candados de la ley no les permite a los militares hacer un trabajo efectivo para atacar la delincuencia, rara vez se les ve a una o dos patrullas en algunas colonias pero sin la autoridad para combatir los delitos de alto impacto.
Si realmente se quiere acabar con ese flagelo, hay que darle a las fuerzas armadas una ley que les permita salir a las calles y actuar con la firmeza que se requiere, que no solo sirvan para el Plan DN III en casos de desastre o para cuidar ductos que tampoco ha funcionado.
El gobierno federal ya dio signos de cambio, de combatir la corrupción e impunidad, el siguiente rubro debe ser el combate a la inseguridad, con la ley en la mano y toda la fuerza del estado.
El “mando único” no debe ser un capricho, ni verse como una imposición, debe ser un primer paso para responder a los compromisos de las autoridades en su campaña; prometieron paz y seguridad, rescatar Cancún, honestidad y compromiso, hoy el pueblo de los reclama.
Espero sus comentarios, opiniones y sugerencias en #Sinreservas
vfloresh@hotmail.com
VÍCTOR FLORES HERNÁNDEZ, es periodista, fotógrafo y editor de medios con 30 años de experiencia; ha realizado coberturas periodísticas en 20 países de América, Europa y Asia.
En abril del 2015 recibió en París, Francia, la Medalla de la Paz otorgada por la OMPP, por su aportación a las misiones paz, sana convivencia entre los pueblos y publicaciones humanitarias.
Es alumno y miembro de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), Cartagena Colombia, Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Miami, Florida, Red de Reporteros Sin Fronteras (Colombia) y vocero la Asociación de “Periodistas por la Paz” de la OMPP con sede en Ginebra, Suiza.
Actualmente es columnista y director del portal www.sinreserva.com.mx