Agencias humanitarias y gobiernos redoblaban sus esfuerzos el martes por enviar ayuda a las zonas de Siria y Turquía afectadas por terremotos, mientras los rescatistas seguían sacando sobrevivientes de entre las ruinas a más de 200 horas después de que la devastación se abatiera sobre la región.
La política afectaba a los esfuerzos para enviar ayuda mientras muchos sobrevivientes seguían esperando carpas y dormían al raso en pleno invierno. Las iniciativas para ayudar a los sobrevivientes y contar los muertos y heridos en Siria se veían empañadas por las divisiones persistentes tras 12 años de guerra civil.
Naciones Unidas anunció el martes un acuerdo con Damasco para llevar ayuda de la ONU por dos pasos fronterizos más desde Turquía a las zonas bajo control rebelde en el noroeste de Siria, lo que probablemente ayudaría en el corto plazo.
La cifra de muertos superó los 35 mil 500, casi 32 mil de ellos en Turquía. En la región rebelde en el noroeste de Siria se reportaron 2 mil166, según el grupo rescatista Cascos blancos, mientras que más de mil 400 personas murieron en zonas sirias controlada por el gobierno, según el Ministerio sirio de Salud.
Temen que aumente número de víctimas
Se daba por hecho que la cifra seguiría subiendo conforme avanzara la búsqueda de víctimas de los sismos de magnitud 7.8 y 7.5, que golpearon el sureste de Turquía y el norte de Siria con nueve horas de diferencia el 6 de febrero. Mientras tanto, el tiempo para encontrar sobrevivientes se iba acabando.
En la provincia de Adiyaman, los rescatistas llegaron hasta Muhammed Cafer Cetin, de 18 años. Los médicos le colocaron una vía intravenosa con fluido antes de intentar la peligrosa extracción de un edificio que seguía desmoronándose mientras trabajaban los rescatistas. Varios médicos le rodearon para colocar un collarín antes de sacarle en una camilla con una mascarilla de oxígeno, según la televisión turca.
Otras dos personas fueron rescatadas el martes de un edificio destruido en el centro de Kahramanmaras, cerca del epicentro. Docenas de rescatistas y soldados turcos en el lugar aplaudieron y se abrazaron cuando se sacó a las dos personas. La cadena Haberturk identificó a uno de los sobrevivientes como Muhammed Enes, de 17 años, que aparecía en las imágenes envuelto en una manta térmica y trasladado en camilla a una ambulancia.
Después los rescatistas pidieron silencio para seguir buscando a gente, y gritaron “¿alguien me oye?”. En la maltrecha Hatay, Snegul Abalioglu perdió a su hermana mayor y a cuatro sobrinos. “No importa si están vivos o muertos, sólo queremos nuestros cadáveres para que al menos tengan una tumba y les enterremos”, dijo a The Associated Press, que esperaba destrozada ante la montaña de escombros donde podría estar su familia.
El presidente de Siria, Bashar Assad, aceptó abrir dos nuevos pasos fronterizos con Turquía a la zona noroeste controlada por rebeldes para que se enviara ayuda y equipamiento que necesitan con urgencia millones de víctimas del terremoto, según anunció el lunes Naciones Unidas. Los pasos fronterizos de Bab al-Salameh y Al Raée se abrirán en principio durante tres meses, aunque no estaba claro cuándo podría pasar la ayuda de la ONU, en su caso.
Hasta ahora, la ONU sólo podía entregar ayuda a la zona de Idlib a través un único paso en Bab Al-Hawa, y el organismo se ha visto bajo una intensa presión para llevar más ayuda y equipamiento pesado al noroeste de Siria.
Rusia reaccionó con enojo al acuerdo, que su Ministerio de Exteriores tachó de maniobra occidental para llevar ayuda “exclusivamente” a zonas no controladas por el gobierno sirio.
“Estamos en el día nueve y aún oímos la pregunta de cuánto llegará la ayuda. Ayer supimos que podrían abrirse dos pasos”, dijo a AP Mahmoud Haffar, jefe del consejo local en Jenderis, una de las poblaciones más afectadas en el noroeste de Siria. “Esperamos que haya más interacción internacional y que llegue la ayuda internacional para aliviar la crisis
“Pero por ahora no ha llegado ayuda”, añadió. Un primer avión saudí con 35 toneladas de alimentos aterrizó el martes por la mañana en el aeropuerto de Alepo controlado por el gobierno, según medios estatales sirios. Arabia Saudí ha reunido unos 50 millones de dólares en una campaña pública para ayudar a Turquía y Siria. Antes del martes, aviones saudíes aterrizaron en Turquía y camiones saudíes entregaron algo de ayuda en la empobrecida zona noroccidental siria bajo control rebelde.
Otros países árabes, como Jordania, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, han enviado aviones con ayuda a la zona Siria en manos del gobierno. Argelia, Irak, Omán, Túnez, Sudán y Libia también han enviado ayuda a Damasco. El sismo afectó a 10 provincias turcas con unos 13,5 millones de habitantes y a una extensa zona en el noroeste de Siria donde viven millones de personas.
El vicepresidente de Turquía, Fuat Oktay, dijo el lunes por la noche que las labores de rescate continuaban en las provincias de Hatay, Kahramanmaras -el epicentro- y Adiyaman. Los rescates parecían haber terminado en las otras siete provincias.
Las necesidades eran inmensas, y la ayuda que llegaba no bastaba para cubrirlas. Buena parte del sistema de aguas de la región no funcionaba y los daños en el sistema planteaban riesgos de contaminación. El ministro turco de Salud dijo que las muestras tomadas en decenas de puntos de la red indicaban que el agua no era potable.
Más de 41 mil 500 edificios quedaron destruidos o tan dañados que tendrían que ser demolidos, indicó el ministro de Medio Ambiente y Urbanización.
Muchos en Turquía atribuían la escala del desastre a la mala construcción, y las autoridades seguían buscando a contratistas supuestamente relacionados con edificios que se derrumbaron. Turquía ha introducido normas de edificación que cumplen los estándares de ingeniería antisísmica, pero los expertos dijeron que esos protocolos no suelen cumplirse.