Conoce a los vampiros en México, su papel en la cultura, la historia, el arte y el mundo moderno. ¿Te atreves a visitar los lugares de origen de estas historias?
Los vampiros son seres mitológicos que han tenido presencia en México desde antes de la Conquista.
Son conocidos y temidos a lo largo de todo el país, siendo protagonistas de cientos de creencias mitológicas de pueblos indígenas, historias de la época colonial y más recientemente, en cine, televisión, e incluso leyendas urbanas.
Conoce algunas historias sobre vampiros en México y los lugares en el país que creen en la existencia de estos seres sobrenaturales.
El culto a Camazotz empezó en el 100 a.C en la cultura zapoteca de Oaxaca y luego los mayas lo reconocieron como un dios del fuego.
Al dios murciélago se le asoció siempre con la noche, la muerte y la enfermedad, pero también con la vida, pues se le adjudicaba el poder de curar todo mal.
Se cree que su presencia entre las diferentes culturas se debe, en parte, a la existencia de murciélagos gigantes (Desmodus Draculae) que se cree coexistieron con las antiguas civilizaciones.
Después de la conquista española, las criaturas mitológicas que las culturas indígenas adoraban y respetaban se convirtieron en terribles monstruos a los que había que temer y exterminar.
Las criaturas vampíricas del México antiguo no fueron la excepción y las historias cuentan que puede que exista más de una raza con gusto por la sangre.
Durante la colonización, circularon historias acerca de ciudades repletas de oro que alimentaron la avaricia de los hombres que recorrieron México en su búsqueda.
Se cuenta que el explorador Francisco Vázquez de Coronado estaba en busca de las siete ciudades de Cibola cuando su ejército conformado por aproximadamente 800 hombres indígenas y 400 españoles fue atacado por hombres bajos de piel arrugada.
A la mañana siguiente, gran parte de su ganado había muerto, con la peculiaridad de que les habían succionado toda la sangre del cuerpo.
La expedición llegó a pueblos zuñis en lo que hoy es Nuevo México, quienes les hablaron a los españoles sobre aquellos extraños seres.
Les dijeron que en el pasado ya habían guerreado contra ellos sin éxito y que la única opción es mantenerse a raya, teniendo cuidado de no provocarlos.
Se dice que durante el siglo XIX llegó a Guadalajara un distinguido caballero europeo que compró una gran mansión en la que vivía sólo con muy pocos sirvientes.
Se cuenta que nunca se le vio caminar por las mañanas, ni en misa, ni en el mercado, por ningún lado lo conocían en persona.
Algunos decían que lo habían visto pasear solo, mucho después del atardecer, cuando los candiles alumbraban las calles.
El chismorreo del pueblo acerca del extraño comportamiento del extranjero se convirtió en pánico colectivo cuando el ganado empezó a amanecer muerto.
Una epidemia habría sido la explicación más razonable, de no ser porque los animales aparecían sin una gota de sangre.
Al cabo de un tiempo, los animales domésticos empezaron a correr con la misma suerte y la población entró en caos cuando la gente comenzó a morir de igual manera.
Algunas versiones dicen que fue la misma gente de Belén quien culpó al extranjero de vampiro, dándole caza y muerte, mientras otros creen que se buscó ayuda de cazavampiros y matamonstruos.
¿El remedio? Una estaca al corazón, decapitarlo y quemar su cuerpo, para después depositar sus restos en una tumba bien protegida, de donde no podría regresar jamás.
Nuestro país es cuna de grandes artistas y experto en llevar su cultura a las diferentes expresiones artísticas, entre ellas, el cine.
Vampiros vs luchadores
Entre los años treinta y cuarenta, la figura de los vampiros en las culturas indígenas tomaron singular relevancia para el cine nacional mexicano.
Apremiado y festejado en diversos festivales del mundo bajo el género de comedia y terror, el cine de luchadores ganó terreno en el mundo del séptimo arte, teniendo a los vampiros mexicanos en el centro de atención.
